Buenaventura Capítulo 2

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BUENAVENTURA CAPÍTULO 2

Ruta del Chaquén 2.0

VIDEO CAPÍTULO 2

Producción Nuestra Tierrita: Cámara 1: Duvan Fiallo; Cámara 2: Pedro Aldana; Cámara 3: Juan Pinillos;  Coordinación periodística: Edgar A. Núñez; Guion: Edgar A. Núñez y Pedro Aldana; Postproducción: Andrés Florez Sonido: Edwin Castiblanco. Bogotá Colombia.

En nuestro segundo día de visita a Buenaventura, a primera hora de la mañana, nos dirigimos al muelle turístico de Buenaventura, donde el comercio, la conectividad y el turismo se dan cita todos los días.

Botes con toda clase de productos y otros que sirven de transporte para los locales y turistas de la región, flotan a su alrededor para recibir un sinnúmero de personas que se dirigen a municipios y playas, como La Bocana, Piangüita, Juanchaco, Ladrilleros y La Barra.

Mientras nos movíamos al vaivén de las olas, esperábamos que nuestra embarcación estuviera lista para dirigirnos a Punta Soldado, una playa que se encuentra a 17 km de trayecto y que además de ofrecer hermosos paisajes podríamos ver su biodiversidad y el trabajo de ecosostenibilidad que allí realizan sus habitantes para conservarla.

Clara Santafé, directora del programa de Biología de la Universidad El Bosque, nos acompañó en esta travesía. Ella se encuentra al frente del proyecto que la universidad realiza allí para la conservación ambiental y el desarrollo de estrategias económicas para este pedazo de paraíso del Pacífico.

En una pequeña lancha y durante 40 minutos, aproximadamente, nos deslizamos sobre el imponente océano Pacífico, viendo cómo la biodiversidad nos saludaba desde las tribunas. Una mezcla de islas e islotes, con acantilados y zonas selváticas dibujaban un marco impresionante.

Después de abandonar la gran autopista salada llegamos a un estacionamiento de embarcaciones inquietantemente surrealista, para luego llegar a la playa donde fuimos recibidos por cuatro jóvenes: Anyel, Laudia, Angie y Vivian, guías de este bellísimo lugar y quienes hacen parte de la agencia de viajes de este hermoso paraje, el cual fue reabierto al turismo hace poco.

Fueron ellos quienes nos llevaron a conocer la aldea conformada por 130 hermosas casas, a las cuales no les falta nada para acoger la felicidad que siempre se ansía. Una felicidad que se podía reconocer en los gritos, risas y juegos de los niños, quienes revoloteaban entre las casas de madera y calles de tierra.

Punta Soldado no es solo playa, también es uno de los puntos más importantes en la cosecha de cocos de Buenaventura, el cual se encuentra en lo más profundo de la aldea y al cual se puede acceder por un sendero en el que se pueden avistar iguanas, mariposas, tortugas, culebras y diferentes especies de animales.

Las maravillosas palmeras brindaban la sombra suficiente para calmar el calor y sus frutos esperaban ser recolectados, fue así que Breiner, uno de los guías, decidió contarnos las técnicas de cultivo y para qué servía el coco, que va desde su propio aceite hasta un encocado de camarones.

Luego de estar en el cocotal nos llevó por lo que más orgullos están en estas impresionantes tierras, que es su centro de acopio de reciclables, donde llevan todos residuos plásticos que llegan a la playa para recolectarlos y hacer madera plástica con el fin de hacer muebles y vender a la ciudad.

Junto a este lugar, que se encuentra al extremo de la aldea, está la planta solar eléctrica, la cual contiene 280 paneles solares y provee a todos de energía limpia, gracias a un programa de Epsa (Celsia empresa de energía) y Usaid (Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos).

Posteriormente y luego de un corto descanso para disfrutar de la gastronomía de este lugar, iniciamos una travesía por las playas de este enigmático lugar, que nos dirigía hacia un manglar muy especial, considerado una de las salas cunas de especies de fauna y flora del océano Pacífico.

Acompañados de nuestros guías y dos peludos de la aldea, caminamos sobre un melancólico tapete gris dorado, decorado por las olas que se extinguen sobre la arena, y también por los cangrejos azules y los ermitaños. La playa se veía muy extensa, la realidad es que a esa hora la marea baja y por ello podíamos caminar sobre territorio.

Después de 20 minutos de recorrido, los graznidos de bandadas de pato cuervos, aves que regularmente anidan allí, nos avisaron que habíamos llegado al enigmático cementerio de manglar. Otro escenario surrealista y maravilloso, indispensable para la vida del territorio.

Detrás de este cementerio se encontraban arbustos fuertes y entrelazados con ramas y hojas verdes que irradian vida y dan protección a toda la biodiversidad que allí habita. Bajo este ecosistema inicia la vida para toda clase de seres, como crustáceos, peces, moluscos, aves, reptiles y anfibios, entre otros animales costeros; por ello es que se les llama sala cunas del mar.

Lo hipnotizante de ese lugar, hizo que perdiéramos la noción del tiempo y era hora de regresar a la aldea y alistarnos para partir antes de que subiera la marea.

Subimos a la lancha y retornamos a Buenaventura. En nuestra memoria, Punta Soldado quedó grabada para siempre, y deseamos que pase lo mismo en la de muchos colombianos que quieran vivir esta experiencia.

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GALERÍA

Material fotográfico cortesía por Duvan Fiallo y Juan Pinillos