¡VAYA A QUEJARSE AL MONO DE LA PILA!
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Alguna vez en la vida escuchó la frase “¡A quejarse al mono de la pila!”. Expresión con la que los abuelos se escudaban para no prestar atención a los reclamos y pataletas de sus hijos o nietos y, con la cual daban por entendido que no debían insistir.
Cuando la escuche por primera vez me quede pensando ¿cómo era? ¿dónde estaba? ¿existirá? Preguntas que de niño uno siempre hacía. Si alguna vez la escucho tenga en cuenta que el Mono de la Pila siempre ha existido y tiene su propia historia.
Es una fuente de agua que se instaló en el siglo XVI en la Plaza Mayor –Hoy Plaza de Bolívar— después de traerla de España para saciar la sed de los capitalinos. Es considerada la primera fuente de agua pública. Cuentan los relatos que sufrió dos transformaciones. Originalmente era una pequeña taza que tenía una altura de unos 60 cm que luego fue remplazada por una más grande y ornamentada con escudos de la época y en la parte superior se encuentra la imagen de san Juan Bautista niño, por su relación con el agua.
La frase apareció cuando los niños se quejaban por lo lejos que tenían que ir por el agua cuando sus madres los enviaba por ella. Desde ese entonces decían ¡A quejarse al Mono de la Pila! La estatua de Juan Bautista se convirtió en ‘El Mono’ debido a una popular expresión bogotana utilizada para referirse a los extranjeros y/o a las personas de cabello claro –La que aún se sigue utilizando—.
Ha sobrevivido –a pesar de su olvido– a los constantes traslados que tuvo, primero fue trasladado de la plaza de bolívar a la plaza de San Carlos, frente a la iglesia de San Ignacio, la reemplazo la estatua de Simón Bolívar. Luego lo enviaron al Museo Nacional fue reubicado en el edificio Pedro A. López y por último se encuentra en el Museo de Arte Colonial, el cual se encuentra en el centro del patio interno de la casa.
Por si de pronto, le dicen “¡Vaya a quejarse el Mono de la Pila!” ya sabe dónde se encuentra.