Saliendo por la calle 80 de la Ciudad de Bogotá, a tan solo 90 minutos, se encuentra una de las poblaciones más dulces y aventureras del departamento de Cundinamarca: Villeta.
Esta población, además de su larga tradición panelera y destino turístico, sorprende por actividades que son desconocidas por la mayoría de sus visitantes.
Santiago Laverde, biólogo egresado de la Universidad El Bosque, y Patricia Iregui, directora del Instituto de Turismo, Cultura y Deporte del municipio, dan fe de ello, al mostrar en esta oportunidad, sorpresas inesperadas de esta población.
Una de esas joyas turísticas se encuentra mágicamente entre ramas, hojas, plantas y hasta en las cuerdas de energía. Son más de 176 pequeños plumíferos de diferentes especies, que con sus hermosos colores, trinos y aleteos; relajan y tranquilizan a los visitantes, y emociona a los avistadores de aves, que ven de este sitio el mejor atractivo.
La mayor parte de estos bellos especímenes se refugian en la zona urbana, los cuales se pueden observar en la parte de la quebrada el Cune y el malecón que colinda con el río Villeta; uno de los sitios preferidos por los pobladores, para sentarse y disfrutar de la vista.
La administración de este municipio vio la oportunidad de crecer su turismo con la protección y el mantenimiento de la biodiversidad, que es muy rica en esta zona, después de concertar un convenio con la Universidad El Bosque.
Para conocer un poco más de la tradición agrícola de los villetanos, nos invitaron a conocer la Granja de Majo, un espacio para el esparcimiento y el relajamiento, la cual se encuentra a 40 minutos de la cabecera del municipio y a 1.200 m de altura, en la vereda alto de pajas.
Durante nuestro recorrido nos encontramos con un paisaje pintado sobre lienzo, los colores dominados por el verde se veían más intensos y reflejaban la belleza de esta zona. Mientras nos movíamos entre árboles frondosos y cultivos en el que predominaban los cañaduzales, el olor dulce en el aire, nos indicaba que ya estábamos llegando a nuestro destino.
Una vez allí, junto a la casa campestre, nos sentimos en la cima del cielo, desde allí podíamos observar la exuberante naturaleza y los diferentes cultivos de la zona, en la que la Universidad El Bosque fomenta un desarrollo sostenible.
Wilson Flores, propietario de la Granja de Majo, nos realizó un recorrido por la finca, allí el canto de las aves, los animales de granja y el olor que expedía los árboles frutales hacen que el espíritu se funda con la naturaleza.
Uno de los atractivos de este sitio es el antiguo e inmenso trapiche, que en esta población es común por su tradición panelera, donde Wilson muy amable nos contó cómo era el proceso de la elaboración de panela y en qué consistía cada estación.
Sin embargo, por ser una maquinaria considerada muy peligrosa para los turistas, Wilson acondicionó un pequeño trapiche que elabora panela en forma controlada y con mayor seguridad. La mejor manera para que los turistas conozcan esta tradición ancestral.
Allí, también pueden encontrar derivados de la panela, como jugo de caña, guarapo y bebidas típicas de la zona, mieles, rones y tés, entre otros.
Chaquén nos hizo ver que Villeta es mucho más que piscina y deportes extremos, aquí también se puede disfrutar de aire puro, naturaleza y conocer todo sobre la tradición panelera. Villeta es aventura con dulzura.
