QUIPILE CAPÍTULO 1
Ruta del Chaquén
VIDEO CAPÍTULO 1
Producción: Nuestra Territa, Sonido: Pedro Aldana, Cámara: Davidson Castellanos Cámara 2: Duvan Fiallo Edición y postproducción: Duvan Fiallo. Bogotá Colombia.
Quipile, un tesoro natural por descubrir
El segundo destino de la Ruta del Chaquén es el oculto municipio de Quipile. Una región aledaña a Cachipay con múltiples tesoros naturales, hasta ahora, desconocidos. Hacer un recorrido por allí es destapar una caja ecológica llena de sorpresas. Experiencias únicas que se crean alrededor de orquídeas, colmenas, panales y místicas fuentes hidrícas.
Una vez más la Facultad de Biología y su grupo de investigadores de la Universidad El Bosque recorrieron de polo a polo este municipio en busca de tesoros naturales escondidos. El primero de ellos es el Refugio de la Catleya, un lugar donde, gracias a Óscar Acosta, su fundador, agrólogo y especialista en educación ambiental y desarrollo de la comunidad, revela a todos sus visitantes los secretos mejor guardados de las orquídeas, a través de una conexión natural y espiritual de las personas con las flores.
Cerca de 1.500 orquídeas pertenecientes a seis especies de la región florecen una vez al año, a través de un largo sendero natural y decoran los escenarios pensados para la gente y diseñados milimétricamente por las manos de Óscar y su familia. Un lugar para escapar del ritmo agitado de las ciudades y encontrar la flor ideal, pues se dice que estas flores nacionales, al igual que las mascotas, tienen la capacidad de alivianar el estrés y sanar la depresión de las personas que se hacen cargo de el cuidado de alguna de ellas.
El segundo tesoro de Quipile es la Ruta de la Miel. Una experiencia perfecta para los amantes de las caminatas, pues la ruta inicia con un camino sendero arriba de aproximadamente 30 minutos. Y durante el ascenso, la compañía perfecta: el trinar de los pájaros, en medio de un lienzo pintado a mano por la madre naturaleza. Innumerables especies de plantas, flores y una explosión de colores que se deja ver entre el vuelo de las mariposas.
En el pico de la senda se encuentran infinidad de abejas organizadas y concentradas en su obra: polinización para la fábrica de miel. Alejandra Suárez y Felipe Días, zootecnistas, quienes lideran este proyecto, desde el incio de la travesía explican todo el trabajo y el proceso que existe detrás de un frasco de miel.
Primero, una cata. El sumiller es Felipe, quien de una forma pedagógica enseña a reconocer las diferentes texturas y las edades de la miel, así como sus características botánicas. “Comúnmente estas especies son conocidas como las abejas de la miel, domesticadas hace 7.000 años por el hombre. Es un insecto gregario, por lo tanto una colmena puede tener más de 4.000 abejas. La miel que fabrican varía de color, esto se debe principalmente al periodo de floración de los árboles, pues aportan un néctar distinto en cada etapa de su proceso”, aclara Felipe Díaz.
Luego, en la nostálgica casa de adobe donde vivió la abuela de Alejandra, los trajes de apicultores están dispuestos para que la gente pueda entrar a las colmenas con toda la seguridad del caso.
Al principio puede parecer una experiencia aterredora, pero de a poco, el zumbido de las reinas y zánganos se hace familiar. Con los nervios bajo control se puede acceder al reino. Una oportunidad inigualable para conocer su perfecta organización y sus procesos; identificar la reina de cada panal, sus obreras, los zánganos, las abejas recién nacidas y los huevos de cada jerarquía. Y como si esto fuera poco, al estilo de una película animada, llegan las abejas con las maletas cargadas de polen, y se deja ver el nacimiento de varias de ellas.
Descenso a las ocultas caídas de agua
Por último, el tesoro mejor escondido se encuentra en la parte más baja del municipio, en las cascadas y quebradas quipileñas. Y aunque las fuentes hídricas abundan en nuestro país, este flujo de agua se encuentran en un estado ideal de conservación, ya que su acceso es limitado, debido a las mismas condiciones que impone la naturaleza.
Ubicadas en la llamada Inspección de la Vírgen, para llegar a ellas hay que descender por un largo camino rodeado de árboles frutales y una exuberante vegetación. Una caminata exigente, pero que sin duda vale la pena recorrer, pues al momento de arribar se siente como si nadie hubiese estado allí. El equilibro perfecto de la naturaleza se apodera del cuerpo y de la mente. El silencio interminable deja escuchar las caídas de agua y el sol se refleja en el agua para potenciar el cristal de sus fuentes que resplandecen como un espejo cayendo el atardecer.
Luego, para llegar a las cascadas hay que caminar casi 20 minutos cuesta arriba. Mientras tanto se aprecia el fluir de las corrientes de agua, islotes de arena revestidos de vegetación, pozos formados con piedras decoran el cauce de la quebrada y enormes murallas naturales cubiertas por grandes aluviones de agua que se generan en épocas de invierno, conocidas por los habitantes de la región como bombadas.
Mariposas de varios colores comienzan a danzar en el aire como en una especie de comparsa, a manera de bienvenida. Las cascadas quipileñas. Un lugar de ensueño. Sutiles y traslúcidos hilos de agua creados por la madre tierra, distribuidos en tres caídas y enmarcadas por piedras estructurales que parecen instaladas por un diseñador de jardines. Una pintura viva enmarcada por árboles, plantas y flores, y el acompañamiento musical del trinar de los pájaros.
Un tesoro natural cuyo inventario de flora y fauna ha sido analizado por los biólogos e investigadores de la Universidad El Bosque, con el objetivo de que el número de personas que puedan visitarlo no afecte sus ecosistemas. Todo ello es, sin lugar a duda, una oportunidad para contribuir con el desarrollo municipal, por medio del turismo que puede generar, dado que está hecho para los amantes de la naturaleza que quieran disfrutar de este recóndito lugar.
Ximena Tovar, estudiante de Diseño de La Comunicación de la Universidad de El Bosque dice que “La idea es hacer de Quipile un nombre y una imagen que quede grabada en la mente de las personas y dejar siempre un grado de expectativa para cumplir con el objetivo de movilizar e invitar a las personas a visitar, conocer y maravillarse con el municipio”.
En busca de la catleya y el dulce de la miel
Quipile es uno de los 118 municipios del departamento de Cundinamarca. Al igual que Cachipay cuenta con tres pisos térmicos en todo su territorio, lo cual hace de este un espacio biodiverso con múltiples alternativas para su desarrollo sostenible.
A tan solo 87 kilómetros de Bogotá, este lugar casi escondido en la Provincia del Tequendama resulta desconocido para la mayoría. Sin embargo, debido a sus bondades ecosistémicas, es el punto focal de biólogos, investigadores y otros profesionales de la Universidad El Bosque, quienes en todo este tiempo han estudiado a fondo sus riquezas naturales y los emprendimientos que se desarrollan con éxito, para darlos a conocer y de ese modo, potenciar la economía e incentivar el ecoturismo que se puede desarrollar en la región para el beneficio del municipio y toda su comunidad.
Según Óscar Acosta “Es importante recalcar el trabajo que hace la Universidad El Bosque, con el objetivo de recuperar estos sitios y dar a conocerlos, a través de un estudio científico y un trabajo de campo serio para hacer lo mejor de este lugar”
Colegas de la madre naturaleza
Óscar Acosta, agrólogo y especialista ambiental algún día pensó en hacer país con base en su pasión y conocimientos adquiridos durante más de treinta años. Fue así como hace un tiempo decidió restaurar su casa de Quipile para acoger y llevar a cabo todo el proceso del cultivo y florecimiento de las orquídeas nacionales en su terreno quipileño, de la mano de su familia. Así nació El Rincón de la Catleya, nombre alusivo al nombre de la orquídea nacional más conocida. Un sitio que acoge a seis especies y más de 1.500 orquídeas originarias que florecen una vez al año. Un escenario donde los vistantes se rodean de color verde y respiran la frescura del aire que expulsan los arbustos y ramisales de más de tres metros de altura.
Por su parte, Alejandra Suárez y Felipe Díaz, zootecnistas bogotanos se inclinaron por apoyar a la madre tierra, a través de la crianza de los insectos más importantes para la vida del planeta: las abejas. Hace más de cinco años tienen una colmena de abejas africanizadas que hacen su labor en lo alto de una colina, donde se ubica la antigua casa de la abuela de Alejandra. La Ruta de la Miel, como se denomina su emprendimiento, está diseñada para todos aquellos que les gusta el senderismo, pues la travesía comienza con una larga caminata que se eleva por la montaña. Eso sí, durante el asenso se puede disfrutar de la historia que narra Alejandra, quien a manera ilustrativa documenta a los visitantes con una serie de datos curiosos que dan respuesta a varios de sus interrogantes: ¿por qué se cristaliza la miel?, ¿cuáles son las abejas idóneas para realizar esta labor en la región?, ¿cuánto trabajo hay detrás fabricar tan solo un frasco de miel y llevarlo a la mesa? Además de eso, la subida se llena de color con la infinidad de mariposas que están en el camino, y se puede deleitar el paladar con flores comestibles. Felipe es el encargado de dar la bienvenida con una cata de mieles de diferente color para distinguir sabores, texturas y origen. Después de eso, viene la preparación: vestir trajes especiales para entrar a las colmenas. Una oportunidad única para los amantes de las experiencias cargadas de adrenalina, pues estar en presencia de más de quinientas abejas a la interperie no es para todos. Eso sí, es una historia para contar. Luego de la entrada se abren las colmenas y las abejas exponen con orgullo su labor. En una organización colectiva perfecta se pueden distinguir las reinas, los zánganos, las obreras, las bebés y hasta el nacimiento de algunas de ellas.
A la conquista de las afluentes ocultas en la Inspección de la Vírgen
Para terminar el trayecto en Quipile, biólogos e investigadores de la Universidad El Bosque se encontraron con la Inspección de la Vírgen. El lugar más conocido de la región por sus fuentes hídricas y su conservación natural intacta. En un caminata, esta vez en descenso, los árboles frutales ofrecen jugosos frutos para entretenerse en el camino, y la espesa vegetación se hace a un lado para mostrar el sendero que termina en la quebrada y cascada la Aguilita Vereda Sinaí Alto. Un manantial enmarcado por murales rocosos revestidos de follajes dejan ver toda su pureza en el cristalino de sus aguas. Allí se puede tener un contacto casi espritual con la tierra, pues el sigilo y el aislmaniento del lugar permite ver con nitidez las tonalidades de las aves en el cielo y el reflejo del sol directo sobre el agua. El oído se vuelve más agudo y permite escuchar la canción que entona la naturaleza cuando cae la tarde.
Estos son solo algunos de los ecosistemas que se encuentran en Quipile y en los que gracias a sus virtudes, Óscar, Alejandra y Felipe, así como biólogos, investigadores y otros profesionales de la universidad han podido poner en práctica sus conocimientos y experiencia profesional a través de tantos años. Una evidencia más de que el municipio hasta hoy desconocido recoge una cantidad enorme de tesoros naturales donde turistas, emprendedores, profesionales, guías y líderes municipales pueden disfrutar y seguir creciendo.
“Bajo el Programa de Marketing queremos trabajar de la mano con los habitantes de Quipile para dar a conocer su municipio, ya que muchas personas no saben de su existencia y a través del marketing digital podemos impulsar las bondades del medio ambiente y los proyectos que ya existen, como el Refugio de la Catleya y la Ruta de la Miel, pues aunque las redes sociales ya percibe algún tráfico de visitantes por este último emprendimiento, podemos desarrollar estrategias de mercadeo que puedan fortalecer y aumentar las visitas de las personas que navegan por las redes sociales para generar una conexión entre los visitantes nacionales o internacionales con a población y los productos que se desarrollan en esta zona. Además, fomentando la conexión entre el turismo y la población de Quipile se pueden dar a conocer a diferentes inversionistas, para que, por ejemplo inviertan en hotelería, en puntos de información, en transporte, de manera que esta población siga creciendo con todo ese potencial y bondades ecosistémicas con las que cuentan”, explica Germán Mauricio Rojas, director del Programa de Marketing y Transformación digital.
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GALERÍA
Material fotográfico cortesía del programa de Biología de la Universidad El Bosque