Paisanos que iniciaron sus negocios en casa y ahora son millonarios

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PAISANOS QUE INICIARON SUS NEGOCIOS EN CASA Y AHORA SON MILLONARIOS

Tierrita de la esperanza

Con la llegada del virus de Covid-19 no solo se ha afectado la salud de muchos colombianos, sino también la economía por el cierre de negocios y despidos de trabajadores. Sin embargo, algunos ven esta crisis como una oportunidad y ponen andar sus proyectos e ideas. Por lo cual, Nuestra Tierrita quiere alentarlos para que no abandonen ese sueño, mostrando que muchas compañías importantes del país, iniciaron en casa y sin mucha experiencia.

Sin pretender a ser unas de las empresas más grandes del país, Rafael Molano (Q.E.P.D), en el año de 1950, con la ayuda de su esposa Doña Ana Luisa –como él le decía– comenzó a vender sus ponqués a compañeros de trabajo. La idea fue tan bien recibida que en menos de un año, Rafael empezó a promocionar sus mercancías en tiendas de barrio. Pero, para que el producto estuviera a la altura, decidió con la ayuda de un tendero, venderlo tajado. Para que el ponqué no se ‘desparramara’ resolvieron amarrarlo con una cinta de seda blanca y lo adornó con un ramo del mismo material. De ahí el nombre de la compañía Ramo que, actualmente, es una de las organizaciones más importantes del país.

Por otra parte, a Susanita Posada los golpes de la vida le enseño que no hay obstáculos. En 1980, luego de un matrimonio tortuoso y del abandono de su esposo. Decidió sola sacar adelante sus cuatro hijos al trabajar en lo que sabía. Después, de estudiar secretariado se ingenió pasar trabajos a máquina de escribir y fabricar pequeños bizcochos. No se imaginó que su pasión de cocinar iba ser el emprendimiento que le iba a abrir el camino hacia el éxito. Todo empezó con la venta de sus tostadas a una charcutería y luego una panadería le compraba la producción. Así, comenzó a hacerse a conocer. Los pedidos aumentaban, Supermercados como el Éxito, Comfama y Consumo no paraban de solicitarle productos. De esta manera, Susanita hoy tiene una planta inmensa donde hace variados productos y de gran aceptación.

Otra historia que muestra el empuje de nuestros paisanos es la de Natalia Quintero que comenzó a hacer galletas en la terraza de su casa, en Medellín, la cual después de dos años de funcionar se fue a pique por un mal manejo. Sin embargo, ella no dio su brazo a torcer e insistió en montar un nuevo emprendimiento: fabricar obleas, un mercado que según ella estaba un poco descuidada. De esa manera, comenzó una nueva aventura en los negocios que le ha dado excelentes resultados; al idearse una máquina que hacía el producto más grueso, de esa manera no se partian. Gracias a esa idea las están distribuyendo a la mayor parte de Colombia, de hecho ha realizado algunos envíos a Estados Unidos, España y México.

Estas experiencias nos muestran que a pesar de estar pasando por cualquier crisis en la vida, los colombianos alcanzan sus metas con berraquera y decisión.

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