San Juan de Rio Seco Capítulo 2

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SAN JUAN DE RIO SECO CAPÍTULO 2

Ruta del Chaquén 4.0

VIDEO CAPÍTULO 2

Producción Nuestra Tierrita: Cámara 1: Marlon Rodríguez Cámara 2: William Fonseca Coordinación periodística: Edgar A. Núñez Periodista: Erika Mora Nope Guion: Erika Mora Nope y Pedro Aldana Postproducción: Marlon Rodríguez Sonido: Pedro Aldana Diseño gráfico: Andrés Flórez Redes Sociales: Edwin Castiblanco Bogotá – Colombia

Lo que parece un enorme pastizal, es en realidad una laguna sobre la cual posan una infinidad de lirios acuáticos de un tono verde lima exorbitante. Alrededor yacen varios árboles de colores oliva y pino, unos más altos, otros más frondosos, que mueven sus hojas al ritmo del viento mientras se mezclan sutilmente con la vegetación flotante.

Mariposas de distintas clases: monarcas, pavo real y crocozona, agitan sus delicadas alas de un lado a otro, a lo largo de la laguna. Hasta alojarse, por unos cuantos segundos, en los pequeños recovecos donde se junta el pasto, las hojas secas y las pequeñas ramas que caen de los árboles. Así abren las puertas de este hermoso paraíso natural, como al viaje de renacimiento en el que se ha embarcado el pueblo pujante de San Juan de Rioseco.   

En esta aventura de la Ruta del Chaquén, continuaremos adentrándonos a las maravillas escondidas de San Juan de Rioseco. 

Sobre las 9:00 de la mañana comenzamos nuestra segunda jornada en San Juan de Rioseco, esta vez hacia la Finca Barbascal en la Vereda San José. Don Aníbal, habitante de la zona, nos transporta en su camioneta por una ruta de aproximadamente una hora y treinta minutos de duración.

Pasamos por una carretera bastante tranquila hasta el centro poblado de San Nicolás, un lugar que resalta por sus pequeñas casas coloridas. Desde allí atravesamos un camino más angosto y sin pavimentar, que se abre entre la vegetación; por el que además se asoma una pequeña escuela, de apenas cinco estudiantes.

La rudimentaria vía parece estar dividida en tramos mediante pequeñas rejas rústicas ubicadas consecutivamente, a una distancia amplia, separando un predio del otro. Después de cruzar la séptima reja, solo basta caminar por un matorral templado no muy extenso hasta la entrada de la Finca Barbascal.

Gonzalo Manrique adquirió la propiedad hace siete años. Desde ese entonces, viene trabajando fuertemente para transformarla en un espacio agroturístico: “Estamos acá en el predio Barbascal, lo estamos transformando en una finca productiva de cultivo de cítricos, banano y cacao, como para la ganadería. Pensando además en volverla turística, por su gran variedad de fauna y flora”.  

Justo ahí las hojas y ramas secas empiezan a cubrir el sendero, haciendo que el suelo cruja con cada paso. La vegetación se vuelve más espesa, dejando algunos espacios libres por los que, aparte de apreciarse ligeramente el azul del cielo, pasan los rayos del sol.

Mariposas de diferentes colores: blanco, naranja, rojo, verde o azul, revolotean por todo el sendero; hasta que, por unos segundos, paran a visitar las flores, las hojas y los troncos de los árboles. 

“La Finca Barbascal es un lugar ideal para la observación de diferentes especies de lepidópteros debido a que, dentro del territorio, se encuentra un cuerpo de agua estacionario dependiente de las precipitaciones en la región. Los individuos se asocian a estas fuentes hídricas, polinizando las plantas nativas e incluso cumpliendo su ciclo de reproducción”, aclara Julián Ramírez, Profesional en Gestión Ambiental de la Alcaldía Municipal de San Juan de Rioseco.

Una pequeña mariposa cuyas alas están coloreadas de negro en el borde y azul en el centro, con dos trazos blancos delgados en su extremo superior y una salpicadura roja en su cola de golondrina; se mueve enérgicamente por cada rincón mientras nos acompaña al lugar más esperado de nuestro recorrido.  

Tan solo unos pasos más adelante, a primera vista, se puede apreciar un enorme pastizal, pero es todo un efecto visual. En realidad, son un cúmulo de lirios que reposan sobre una laguna, cubriéndola casi por completo. A su alrededor, meciéndose suavemente con el viento, se encuentran árboles de diferentes formas y tamaños: unos más altos, otros más frondosos. En conjunto, un imponente espectáculo de tonos verdes, capaz de deleitar a los amantes de la naturaleza.

“Este es un corredor turístico con amplia variedad en cuanto a mariposas y aves. La idea es resaltarlo, para atraer cada vez más turistas y así poder enaltecer el nombre del municipio”, asegura Martha Moreno, directora de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (UMATA) en San Juan de Rioseco. 

Las hormigas llevan en su coraza hojas, que superan su tamaño, por los caminos de tierra aledaños. Las mariposas, por su parte, merodean a lo largo de la laguna en busca de pasto, hojas secas o ramas sobre las cuales posarse un rato. Unas pocas aves pequeñas, de color blanco con algunas pinceladas negras, saltan curiosas sobre la vegetación flotante, preparándose para desplegar sus alas.

Con esta magnífica vista nos despide la Finca Barbarscal, mañana nos espera nuestra última jornada por los encantos naturales de San Juan de Rioseco.

Renaciendo de las cenizas

El municipio, ubicado sobre la provincia de Magdalena Centro, enfrentó desde mediados de los años 90 una dura época de violencia indiscriminada. Grupos armados como las FARC se asentaron entre sus montañas, valiéndose ilícitamente de la rica diversidad natural que el territorio podía proveerles. 

Así como las mariposas; San Juan de Rioseco experimenta, tras una década de conflicto armado, un proceso de transformación hacia un proyecto de vida más productivo; que les permita a sus habitantes salir adelante, mientras reconstruyen el territorio.

El sendero de las aves

Una carretera poco concurrida pero repleta de una variedad de árboles frondosos, nos conduce al último destino de esta travesía: el Cerro El Tabor. Un Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) que, adicionalmente, se establece como Área Importante para la Conservación de Aves y la Biodiversidad (AICA); al ser hábitat natural de dos importantes especies, el Atrapamoscas Apical y la Eufonía del Magdalena.  

A las 8:10 de la mañana, con las botas bien puestas, comenzamos a ascender. El sendero, ligeramente empinado, nos condujo rápidamente al Mirador del Alto de La Cruz; una antigua zona de peregrinación, donde se puede observar como las montañas se disipan con el azul vibrante del cielo.

Continuamos nuestro camino, ahora por una fascinante pasarela natural. Desde su suelo, completamente invadido por las hojas secas y la vegetación naciente; se extienden, de un extremo a otro, un sinnúmero de ramas delgadas que se entrelazan para crear un arco.

Si miras hacia arriba, notarás que las copas de los árboles forman una corta distancia de timidez; prontamente perturbada por los fuertes vientos que mecen el cúmulo de hojas al ritmo de una melodía que, si cierras por unos segundos, los ojos, puede transportarte hasta una cascada. Sin importar donde veas, te eclipsará el verde vivaz de la naturaleza.

El sendero, con cada paso, se vuelve más angosto. Plantas de distintas clases y tamaños reclaman el espacio que les pertenece. La que más se hace notar, entre el verde de la frondosa vegetación, es la renealmia alpinia o jengibre de jardín: pequeñas esferas rojas con patrones lineales, que emergen de un capullo.

Además de su abundante flora, el Cerro El Tabor es un espacio ideal para el avistamiento de fauna local como migratoria. Los visitantes de este sendero turístico, en San Juan de Rioseco, podrán observar diferentes especies de aves y lepidópteros; principalmente desde cuatro impresionantes miradores, separados entre sí por una corta distancia. En el recorrido de hoy, visitamos dos de ellos.

Nuestra segunda parada es un pequeño rincón, que se abre entre la vegetación; desde el cual se puede observar, a lo lejos, los límites entre los municipios de San Juan de Rioseco, Beltrán y Pulí, los tres pertenecientes al departamento de Cundinamarca. Considerablemente difuminada se aprecia también la Cordillera Central, adornada por los majestuosos nevados del Ruiz, Santa Isabel y del Tolima. 

“Nos encontramos en la punta más alta del Cerro El Tabor, que hace parte del área conocida como AICA. Es una zona boscosa que, actualmente, se encuentra en proceso de conservación; por su importancia migratoria para distintas especies de aves, las cuales durante sus vuelos paran para descansar aquí y continuar su recorrido”, nos explica Francisco Barragán, Técnico Operativo de la UMATA en San Juan de Rioseco. 

Durante 30 minutos seguimos caminando entre la vegetación, encontrándonos con árboles reposando sobre el sendero, insectos que se camuflan sobre las hojas y una variedad de flores que resaltan por sus tonos rosa, naranja y rojo. Después de apreciar toda esta diversidad natural, llegamos al último destino de esta ruta: el Mirador Alto de Las Antenas.

Un lugar estratégico para la observación de distintas especies de aves, que migran hacia el sur del continente. Los visitantes podrán admirar hermosos ejemplares del Chamicero Capirotado (Cranioleuca Curtata), la Guacharaca Colombiana (Ortalis Columbiana) y el Periquito de Anteojos (Forpus Conspicillatus).

Actualmente, algunos habitantes desarrollan actividades ecoturísticas en estas zonas, brindando a los turistas una oportunidad ideal para compartir con sus familias, disfrutar de la vista y recorrer los senderos que componen el ecosistema local. Permitiendo así que las comunidades obtengan una fuente adicional de ingresos.

Junto al mirador yacen los vestigios de una construcción, al parecer, sin terminar. La naturaleza hace de las suyas, logrando que del asfalto crezca vida.

De fondo, una postal que quedará para el recuerdo: la curvatura perfectamente delineada del valle del río Magdalena. Así, San Juan de Rioseco nos dice hasta pronto. 

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