Cada día, la familia Zapata en Ñupana demuestra su compromiso con la naturaleza a través de sus acciones. Sus tareas están organizadas, y cada uno de sus miembros, Héctor, Dora y Samantha, asumen diferentes responsabilidades que reflejan su gran dedicación.
Desde las primeras horas del día, Dora y Samantha comienzan a preparar la comida para todos los huéspedes de la reserva. Cada animal tiene requerimientos alimenticios específicos; la mayoría consume una variedad de frutas, mientras que otros, como los pumas, el ocelote y el Ulamá, tienen una dieta basada en carne.
El objetivo principal es la recuperación de cada uno de ellos, conscientes de que este proceso puede ser prolongado debido a las secuelas del tráfico ilegal, las leyes de la naturaleza y la domesticación.
Con baldes en mano y llenos de amor, recorren cada uno de los habitáculos de la reserva. Los primeros en recibir su alimento son las saínas (cerdos de monte), que llegaron a la reserva cuando eran muy pequeñas, aun con su cordón umbilical.
También hay un zorro gris que llegó en condiciones similares, pero que ahora debe permanecer en la reserva debido a que ha perdido su sentido de orientación tras enfrentar múltiples adversidades impuestas por la dureza del entorno.
Sin embargo, la labor de esta familia no termina ahí; deben alimentar a decenas de aves, incluyendo tucanes, loros, búhos e incluso palomas. Estas aves habitan amplios galpones donde muchas llegaron tras haber sido domesticadas. En este espacio, conviven pacíficamente mientras esperan ser liberadas.
En otro habitáculo se encuentra una mica churuco, que llegó allí después de ser decomisada por las autoridades a una familia que la había domesticado y que mostraba serias señales de humanización.
“Al principio, andaba con una cobija a todas partes, pero con el tiempo ha dejado esos comportamientos humanos”, comenta Dora Sánchez, mientras le deja su alimento.
Mientras recorríamos la reserva alimentando a los demás animales —entre ellos los pumas, el ocelote y el Ulamá—, Macaco no dejaba de seguirnos desde los techos de los recintos. No solo lo hacía por curiosidad o compañía; también buscaba la oportunidad de robar algo del alimento destinado a sus compañeros.
La historia de Macaco ha pasado por diferentes matices. Llegó a la reserva tras ser decomisado por tráfico ilegal; su estadía se complicó cuando un mico churuco le rompió una pierna. Se pensó que no sobreviviría, pero este mono maicero luchó contra todas las adversidades. Aunque ahora vive libre en la reserva, no puede unirse a las manadas de su especie debido a su naturaleza; sin embargo, disfruta de su vida y se siente parte de la familia Zapata.
Este refugio no solo se dedica a recuperar y rehabilitar fauna silvestre; también juega un papel crucial en el equilibrio del medio ambiente. La familia Zapata comprende esta responsabilidad y trabaja para educar a niños y jóvenes sobre la importancia de conservar su entorno natural, pues es la naturaleza quien nos proporciona todo.
En los próximos días o meses, varios animales que habitan en la reserva recuperarán su libertad en medio de los frondosos árboles y exuberante vegetación del Guaviare.
Un ejemplo son las dos anacondas rescatadas de una vivienda cuya liberación se realizó en la conocida Laguna Negra. Este espacio vibrante es también un lugar donde estudiantes de biología de universidades como la Universidad El Bosque realizan trabajos de campo para asegurar que el ecosistema esté bien protegido.
No hay duda de que el trabajo realizado por la familia Zapata traerá grandes bendiciones; sin embargo, necesitan mucho apoyo para enfrentar los desafíos diarios en su misión: proteger a la fauna silvestre.
Si desea donar para esta noble causa puedes comunicarte al WhatsApp 3025146772, escribir a Resnupana20@gmail.com o ingresar al siguiente link Reserva Natural Ñupana/Vaki, muchos animales te lo agradecerán.